La bodega gaditana, que elabora solo vinos naturales y ancestrales, concluye la recogida de sus seis variedades de uva
Menos uva, pero de mayor calidad. Este podría ser el resumen de la vendimia en Campestral, la bodega de vinos naturales y ancestrales que está revolucionando el panorama vitivinícola desde Arcos de la Frontera, en Cádiz. Una vendimia que daba comienzo el pasado 8 de agosto, con la recolección de la palomino en sus viñedos de Trebujena, y que se ha extendido hasta principios de septiembre, cuando ha finalizado la recogida de las variedades tintas plantadas en el pago Macharnudo, en Jerez, y en la viña de la bodega en Arcos de la Frontera: tintilla de Rota, petit verdot, syrah, merlot y cabernet Sauvignon.
Pocos secretos, pero sí mucho esfuerzo. La vendimia ha sido, como siempre, nocturna, comenzando a las once de la noche y finalizando a las seis de la mañana, para evitar las horas de más calor. De esta forma se ha logrado que la uva sufra lo menos posible desde que se recoge hasta que llega a la mesa de selección. Pero esta mesa de selección no es el primer filtro, ya que en la propia viña se hace un cribado previo para garantizar siempre los estándares de calidad deseados. Ya en la mesa, cada racimo pasa un minucioso control antes de su volcado en la prensa, con cinco personas dedicadas en exclusiva a la selección de más de 5.000 racimos, una tarea que dura cerca de siete horas.
Reconocimientos
El resultado es una colección de vinos única, porque se trata de vinos naturales tranquilos (tintos, blancos y claretes), tanto jóvenes como envejecidos bajo velo de flor y con crianza en barrica, y vinos con burbujas, para lo que se utiliza el método ancestral, el primer método con el que se descubrió la elaboración de vinos espumosos. Y los premios y reconocimientos no han tardado en llegar.
Una de las primeras personalidades del mundo del vino que quedó enamorada del proyecto Campestral fue Jancis Robinson, Master of Wine, columnista de vinos en Financial Times, consejera de vinos para la bodega de la recientemente fallecida Isabel II y respetada crítica internacional en su propia guía. Robinson, tras catar toda la gama, puntuó todos los vinos por encima de 16 puntos sobre 20, destacando el palomino bajo velo de flor con 17,5 puntos, del que llegó a decir que poseía “un rico aroma de levadura, como un cojín de satén, magnífico, muy complejo, muy emocionante e intrigante como un bello poema que sientes que tienes que volver a leer para entenderlo, y cuyas palabras quedan bajo tu piel”.
Además de Robinson, los vinos de Campestral han sido reconocidos este año en los prestigiosos International Wine & Spirits Awards, con tres medallas de oro y cuatro medallas de plata; los Premios Terruño, donde se han logrado tres medallas de oro y una de bronce; los 91 puntos de la Guía Peñín para el clarete y el blanco bajo velo de flor; la Guía Wine Up, que valoró seis de los vinos de la bodega con más de 90 puntos; o la medalla de plata para el tinto cosecha en los Premios CINVE.
Como explica Andrés Troya, CEO de Bodegas Campestral, “parte de la magia de los vinos ancestrales radica en que son ellos los que nos dicen cuándo tenemos que embotellarlos, algo que puede pasar tanto a las dos de la tarde como a las cuatro de la madrugada, porque es justo en ese momento cuando debe ser. Es muy sacrificado, pero a la vista del producto que estamos logrando, es también muy satisfactorio”. Los vinos están presentes, por ejemplo, en las cartas de sitios tan prestigiosos como el restaurante El Lago (1 estrella Michelin), en Marbella.
